sábado, 11 de julio de 2020

Las plagas de Breslavia (2018)



Desde que Fritz Lang realizó “M” en 1931, junto con su esposa Thea von Harbou, quienes anteriormente habían filmado la maravillosa “Metrópolis” (1927), se podría decir que se inauguró el cine de asesinos en serie alrededor del mundo. De EEUU se menciona Psicosis de Alfred Hitchcock, ’60; El silencio de los inocentes de Jonathan Demme, ’91; Se7en de David Fincher, ’95. De Asia se conocen I saw the Devil de Jee-woon Kim, 2010; Angel Dust de Sogo Ishii, ’94; The Untold story de Herman Yau, ’93. De Europa vinieron C'est arrivé près de chez vous de Rémy Belvaux y André Bonzel, ’92; Forbrydelsens element de Lars Von Trier, ’84; Das letzte Schweigen de Baran bo Odar, 2010. Incluso en México tenemos Las Poquianchis de Felipe Cazals, ’76; o El profeta Mimí de José Estrada, ’73; ambas basadas en noticias de la nota roja. La primera en asesinatos de prostitutas y la segunda en la historia de Goyo Cárdenas, un homicida múltiple que se volvió una celebridad mediática en México, debido a su presunta rehabilitación social. Los que lo conocieron me contaban que tan sólo su presencia los atormentaba.

De un cine saturado con fórmulas establecidas usadas hasta el cansancio, viene ahora recién estrenada en Netflix, Las plagas de Breslavia de la mano de Patryk Vega con una frescura e innovación que se agradece. No sólo la historia se relata de una manera diferente saliéndose de la narrativa altamente conocida de clichés y lugares comunes, sino con personajes complejos e interesantes. En esta ocasión son dos mujeres las protagonistas quienes rompen el molde, siendo lo más interesante y atrayente del filme. Helena Rus (Malgorzata Kozuchowska), policía, es una mujer hastiada de la vida, con un pasado triste que la atormenta y no puede funcionar sin antes echarse a llorar en secreto. Si bien es celosa de su trabajo lo hace sin ganas y con distanciamientos social sino extremo, por lo menos tajante. Magda Drewniak (Daria Widawska), es un personaje que entra en escena como perfiladora para asesorar a la policía. Seria, fría, calculadora y de altos conocimientos que nos informa el modus operandi del asesino basado en la historia de la localidad. Las plagas de Breslavia era una manera de castigar a los corruptos e indecentes para limpiar al pueblo de la impureza. Los crímenes son violentos e impresionantes, pero también lo es la corrupción y la injusticia. Patryk Vega no se basa en la acción inquietante, ni en la sangre por la sangre, ni pasa de una pista impresionante a otra más impresionante todavía. Tampoco en enaltecer al homicida como figura de culto como sucedió en varias películas del género. Vega en cambio se concentra en el discurso: ¿el homicida tiene razón? No, pero por lo menos lo entendemos. 

El hecho de que los roles protagónicos sean femeninos es inusual, energizante y aplaudible, y lo es porque no son chicas rudas quienes suelen caracterizarlas como indómitas pero altamente sexis. Chicas bellas que jamás se despeinan y salvan al mundo a patadas ya sea como Black Widow (Scarlett Johansson), Lara Croft (Angelina Jolie), Alice (Milla Jovovich) o Selene (Kate Beckinsale), y que a mi parecer están lejos de representar a una mujer fuerte; son estereotipos eróticos que no dejan de ser personajes hechos por hombres para hombres y ganarse al público femenino dándoles atole con el dedo. Helena Rus y Magda Drewniak son personajes tridimensionales reales, con tallas reales realizando acciones creíbles de una forma loable, más cerca de Ellen Ripley (Sigourney Weaver) y Sarah Connor (Linda Hamilton) quienes lograron un cambio en el cine abriendo la puerta para personajes femeninos grandiosos. En resumen, la cinta es fascinante y altamente recomendable.

Las plagas de Breslavia (Plagi Breslau) 2018. Acción/Thriller. País: Polonia. Duración: 93 min. Dirección y Guión: Patryk Vega. Con: Karol Bedorf, Jacek Beler, Iwona Bielska, Katarzyna Bujakiewicz.




Asesino en serie o asesino serial es un individuo que asesina a dos o más personas, con un período de enfriamiento en el medio y una gratificación psicológica. Urbandictionary.com

Perfilador. El nombre de una unidad especial del FBI. Usan lo que saben para identificar al sospechoso y crear un perfil básico. Urbandictionary.com

sábado, 6 de junio de 2015

“As the Gods Will”




Takashi Miike es bien conocido por su cine bizarro, controversial y gráfico con escenas que van desde sexo zoofílico; asesinatos con dardos soplados desde una vagina menstruando;  un bully raspándole el excremento a un pobre tipo de su escuela; un colegial golpeando a su mamá desquitándose porque a él lo golpean mientras los demás miembros de su casa lo permiten; un hombre rebanado desde la cabeza hasta la ingle; película de zombies musical con animaciones de 24 cuadros por segundos; etcétera.
Es un director prolífico—de 1992 al 2002 realizó unas 25 cintas—que lleva más de 90 películas en su haber las cuales todas tienen algo polémico y extraño, que causa aberración o gusto por igual. Su cine no es para todos, , como anécdota está el haber participado en la serie de Televisión Masters of Horror a lado de directores como Joe Dante, Darío Argento, Don Coscarelli, Tobe Hooper, Stuart Gordon, John Carpenter, entre otros. En dicha serie les dieron libertad creativa y ligeras restricciones de contenido sexual y violento—no desnudos frontales y no violencia relacionada con niños, fuera de eso todo lo que quisieran—. Miike realizó “Imprint”, basada en un cuento tradicional japonés, “Bokkee Kyotee”, por Shimako Iwai. Incluyó representaciones gráficas de violencia, tortura femenina, fetos abortados que él consideraba “suave” y “socialmente aceptable”, que estaba entre la libertad y los cánones de violencia admisibles para la audiencia occidental. Empero cuando mostró el capítulo a Mike Garris, creador y productor de la serie, consideró que era demasiado perturbador para salir al aire. Fue el único de la serie que no se transmitió en Estados Unidos. Garris mencionó que el episodio era “asombroso pero muy difícil, incluso para mí, de ver… definitivamente el filme más inquietante que he visto”.
[Cabe mencionar que no llamaron a Miike para la segunda temporada.]
Con eso no es difícil imaginar qué clase de cine realiza—o quizá sí lo es. Mike Garris no pudo imaginarlo—. Prefiere filmar en Japón donde tiene total y absoluta libertad y los estándares de violencia y sexo son menos exigentes para lo que él filma. Hace cine de terror duro japonés y es brillante en eso. Lo adoramos y cada película que sale al año con su nombre nos hace girar a verla y no nos decepciona.
En esta ocasión As the Gods Will no es la excepción—no conozco el nombre en español, ni siquiera sé si será estrenada en países de habla hispana.
Para reseñar As the Gods Will podría decir que es una película de survival, más parecida a Battle Royale que a Backcountry. Sus protagonistas—jóvenes estudiantes de bachiller—participan en un juego mortal donde van muriendo cada uno de ellos hasta que se reduce a su mínima expresión. La diferencia es que no se asesinan entre ellos como lo hicieron en Battle Royale, ni los mata psicópatas, criaturas o animales salvajes, sino los propios dioses. Y lo hace de la manera más infantil y absurda posible. Y es ahí donde entra lo extraño.
No es ajeno para Miike usar imágenes infantiles o incluso tontas en su cine, ya lo ha hecho en los ojos saltones y comedia tonta de Bird people from china; o la pelea de gallos estilo Matrix en The City of Lost Souls; o en el anciano decrépito que se quita las ropas y resulta ser un enorme fisiculturista en Ichi the killer.
Lo que ataca—por así decirlo—a los jóvenes son juegos infantiles, imágenes tiernas de la mitología y cultura japonesa como darumasan ga koronda que conocemos como “Un, dos, tres, chocolate inglés” que consiste en que uno de los jugadores se vuelve contra una pared y el resto se coloca detrás de él a varios metros de distancia. El primero canta, mientras los demás participantes se acercan rápidamente y paran cuando ésta acaba. El que la paga se gira rápidamente y si pilla a alguien en movimiento, éste deberá retroceder hasta la línea de salida. Entonces, vuelve a cantar la canción y así sucesivamente. En el caso de As the Gods Will el castigo de hallarlos en movimiento es simple: la muerte. Así hasta terminar el juego. Sólo debe haber un sobreviviente. Y el que gane participa en otro juego, así pasa de darumasan ga koronda al Maneki neko, Kokeshi, Shirokuma y por último Matrioska o patear la lata. En cada juego el que pierda, muere. Es lo bonito del asunto.
Se menciona en la película que a nivel mundial está ocurriendo en varias escuelas, los jóvenes están siendo obligados a jugar. Vemos la versión japonesa de los juegos, pero ya me los imagino jugando El juego de la oca, encantados, quemados, saltando la burra o Doña Blanca. Je, sería gracioso.
Basado en el manga de nombre Kami-sama no Iu Toori (神さまの言うとおり) escrito por Muneyuki Kaneshiro e ilustrado por Akeji Fujimura, de cinco volúmenes que vendió más de 1.5 millones de copias. Publicado entre el 2011 y 2012; y que le valió una segunda parte Kami-sama no Iu Toori ni, la cual se empezó a publicar en el 2013 y hasta la fecha lleva 11 volúmenes y contando.
Takashi Miike nos trae el live action movie que aunque no he leído el manga, debo decir que no le pide nada ya que sus escenas son magníficas. No escasea en la tensión, en la sangre, en la estética y en el entretenimiento. Quizá no sea de una trama muy compleja o de personajes muy extravagantes como en varias de sus películas anteriores, pero sí posee violentas escenas cuidadosamente filmadas. Con zonas de indeterminación tan maravillosos que llegan a ser agresivas sin llegar a verse. Muy entretenidas y con alta dosis de diversión.
Algo que me encantó de esta película—y de hecho es recurrente en el cine asiático, en especial de Japón—es que se van directo al grano. No pierden el tiempo narrando justificaciones o lo previo a la historia. Me explico: en el cine de occidente están acostumbrados a contarnos la vida de los protagonistas, su entorno social, sus problemas psicológicos, y relaciones, bla bla bla. Tardan en meterse a la historia. A veces pierden mucho tiempo en convencer a los demás de que están metidos en un problema y cuando ya empieza lo interesante, cuando ya les creen que el fantasmas está ahí o que el asesino los anda bsucando, etc. ya trascurrió casi una hora de película y todo se resuelve en los últimos 20, máximo 30 minutos. En cambio en Asia todo pasa rápido. Empieza la historia y de golpe ya estamos dentro de ella. Si hay algo sobrenatural no tienen que convencer a nadie y la narración fluye durante toda la película. Se saltan las justificaciones, la lógica, los puntos dramáticos, todo por el bien de contar una película entretenida y mágica. Y es que el cine es mágico, no es real. Para realidades me salgo a la calle y eso es más deprimente que otra cosa.
As the Gods Will entra de golpe. Empieza con una ligera—muy ligera—introducción del tedio de sus protagonistas en el que piensan al unísono: “Dios, mi vida es un aburrimiento. Dime, ¿Para qué vivimos?”. Corte a: están jugando darumasan ga koronda y ya hay varios cadáveres esparcidos. De ahí a lo que sigue.
Con una estética muy cuidada, excelentes efectos digitales, locaciones preciosistas, y sangre a chorros pasa de la tensión, al drama, al romance, a la indignación sin dejar nunca de ser una grandiosa película de entretenimiento mal sano pero divertido.
Es verdad que tiene películas más severas, con imágenes más extrañas y agresivas con una lógica extravagante y extremadamente originales, pero As the Gods Will cumple y lo hace de una forma excelsa. Para los que no han visto el cine de Takashi Miike es un buen acercamiento antes de pasar a sus películas más salvajes y despiadadas. Para los que conocen al Miike brutal quizá sientan que le faltaron más vísceras, pero aún así les encantará.
Una buena notica es que al parecer ya están filmando la segunda parte o por lo menos está en pre-producción. Así que por aquí estaremos esperándola.


Título original: Kamisama no Iu Toori
Nacionalidad: Japón| Año: 2014
Director: Takashi Miike
Guión: Hiroyuki Yatsu.
Intérpretes: Fukushi Sota, Kamiki Ryunosuke, Sometani Shota, Hirona Yamazaki, Mio Yuki.
Argumento: Un grupo de estudiantes de bachiller son forzados a jugar un juego de la muerte sin saber quién, por qué o cómo.



martes, 19 de mayo de 2015

Mad Max Fury Road



My name is Max. My world is reduced to a single instinct: Survive. As the world fell it was hard to know who was more crazy. Me... Or everyone else.

Recientemente estrenaron Mad Max Fury Road, cuarta entrega de la serie de Mad Max de George Miller la cual tuvo su mayor impacto en la década de los 80s y marcó una generación, dio paso a nuevas historias y prácticamente creó el género de guerreros postapocalíptico.

Max Rockatansky, el protagonista de la saga, conocido simplemente como Max, era un policía en un tiempo en el que los pandilleros asediaban a la comunidad. Le mataron a su esposa e hijo y Max buscó venganza perdiendo su alma y su humanidad en el camino.

Max principalmente es un antihéroe que no se diferencia mucho de los villanos, lo que le queda de humano es que siempre salva gente—lo busque o no—, siempre hay alguien por quien se sacrifica y busca su salvación.

Ahora, después de tres décadas, George Miller regresa una vez más con el personaje y nos llena la pantalla de guerreros de la carretera como sólo él sabe hacerlo.

Y es que no sólo se trata de acción, la cual Mad Max Fury Road tiene a grandes dosis, sino que nos muestra a un Max más evolucionado, o involucionado, como mejor quede. Si en la segunda parte se mencionaba que Max ya no era un hombre, sino la sombra de un hombre, para la cuarta parte Max está más trastornado, más acabado y derrotado. Tiene alucinaciones, a veces no distingue entre la realidad y las visiones y carga con un dolor más fuerte que en las anteriores. Ahora ya ni siquiera es la sombra de un hombre, es quizá la sombra de una sombra que pensó que era un hombre. Y aún así es maravilloso.

Y es que Max, como personaje, es querible y una de las razones no sólo es por lo que ya mencioné—que aún tiene alma para sacrificarse por los demás—, sino que es vulnerable. Lo cual es muy importante: es un personaje atrapable, torturable, matable. Uno como espectador aprende a quererlo y teme por él. No es como otros personajes del cine los cuales sabemos que nunca les pasará nada, que tienen todas las habilidades en el arte de la pelea y que ni siquiera se ensucian la ropa. No, aquí, no sabemos en qué momento le pasará algo malo. Incluso George Miller puede matarlo si se le ocurre y eso lo hace grande.

Por otro lado, Mad Max Fury Road, cumple lo que promete. Hay persecuciones y escenas de automóviles tan fascinantes como espectaculares. Si en Mad Max The Road Warrior mostró persecuciones y coreografía de auto asombrosas, aquí se superó a sí mismo aumentando la dosis y no decepcionó. Los villanos fanáticos que están dispuestos a morir con la sonrisa en la boca porque serán recibidos en el cielo vikingo, el Valhalla, con toda la pompa; los cual los hace más peligrosos, llegan al mismo impacto que nos dio Wez (Vernon Wells) en la segunda entrega—el villano del corte mohicano y pantalones de cuero con las nalgas peladas—. Y el villano principal, Immortan Joe, malformado por residuos nucleares se ve sorprendente. Un gran diseño de arte con excelente caracterización. Algo a mencionar es que Immortan Joe bien podría ser Toecutter—el villano principal de la primera cinta—, no sólo es el mismo actor (Hugh Keays-Byrne)—eso estuvo muy bueno—sino que a pesar de que lo vimos morir en la primera película (le pasó un tráiler por encima), todo puede pasar en la cabeza de su creador George Miller: llegó a pensar en Jim Goose (Steve Bisley)—policía y el mejor amigo de Max, quien queda totalmente quemado y agonizante por un ataque de uno de los pandilleros en Mad Max—como Humungus (Kjell Nilsson), el villano principal de Mad Max Road Warrior, quien tiene heridas de quemaduras y usa un arma de la policía.

George Miller, además, nos entrega otro personaje querible a la saga de Mad Max, un personaje fuerte, valiente y arriesgado, ahora del género femenino: Imperator Furiosa interpretado por la gran actriz Charlize Theron; a tal grado de que su presencia es tan fuerte que casi se come la película y le ha valido una posible película, spin off. Y es que en Mad Max Fury Road todo es por y para la mujer. Si en la segunda parte Max ayuda a un comunidad a escapar del desierto y de los guerreros de la carretera; en la segunda ayuda a un grupo de niños, ahora ayuda a un conjunto de mujeres a huir de Immortan Joe que las usa sólo como máquina de hacer bebés. Como todo gira en relación a ellas, George Miller tuvo cuidado en mostrarlas con respecto, fuertes y valientes—incluso se valió de asesoría femenista para conseguirlo—. Y se podría decir que ya se veía venir puesto que aunque en las anteriores entregas Miller planteó un universo principalmente masculino, insertó muestras de fuerte carácter femenino como lo fue Warrior Woman (Virginia Hey) en Mad Max the road warrior, Aunty Entity (Tina Turner), quien gobernaba Barertown y Savannah Nix (Helen Buday), la líder del grupo de los infantes, en Mad Max Thunderdome.

Mad Max Fury Road no es decepcionante, tiene de todo, y gusta a ambos géneros. Disfruté cada segundo de la cinta y rompe reglas para con los mundos post-apocalípticos. Si en anteriores películas—no sólo las suyas sino de distintos directores del género—el uso del color más bien es sombrío y deprimente, aquí Miller pinta la fotografía con colores extremos, azules, naranja, amarillos, rojos brillantes lo que le da un carácter estético no sólo preciosista sino diferente a lo que estamos acostumbrados. El arte, los peinados, el vestuario, de igual manera lo estiliza—sin que con ello deje de ser funcional para con los personajes y su medio ambiente—y provoca un agrado visual para con el espectador. Se ve encantadoramente agresivo.

Ahora bien, quizá tiene algunos ligeras inconsistencias para con el universo Max, como lo es la importancia de la gasolina que se acentuó en la segunda cinta. Recordemos que la gasolina era el jugo preciado por el cual se matan todos. Había que cuidarla a cada momento (era la principal por la cual los guerreros asediaban la comunidad que vivía en una fuente petrolera). Cuando se topaban con un vehículo tirado lo primero que hacían era revisar el tanque de la gasolina. Cuando había un accidente se detenían los carros y había que sacarle el jugo al auto antes de que explotara. Etcétera. Para la tercera cinta los autos ya no tenían gasolina, ya eran arrastrados por camellos, caballos o esclavos. Los restos de civilización se habían perdido y con ello, la gasolina. Aquí en Mad Max Fury Road, todo mundo tiene gasolina a toneladas, sin que hubiera una explicación fehaciente de dónde la sacaron. A tal grado de que se usaba para todo, para fuegos artificiales en los autos, para regalar, o incluso en las guitarras eléctricas. Nunca hubo miedo de que se les acabara la gasolina como lo fue en la segunda parte. Pero qué diablos, la película es divertida.

Y es que George Miller hace cambios para que se adapten no a su universo, sino a la película en cuestión. Recordemos que de Mad Max Fury Road se dijo anteriormente que era una secuela oficial, que se trabajó desde inicios de siglo y que la iba a protagonizar Mel Gibson, pero al hallar problemas para encontrar la locación perfecta, agenda de Mel Gibson y asuntos económicos se fue alargando su producción hasta que decidieron entre los dos que Gibson ya era demasiado grande para el personaje y tuvieron que cambiar de reparto otorgándole las llaves del V8 a Tom Hardy con la bendición de Mel. George Miller ahora afirma que no si bien es secuela, también es una especie de reinicio. Cambia las reglas y no la sitúa en una cronología específica con respecto a las anteriores cintas; pero ¿cuándo lo hizo? La verdad es que ninguna de las tres películas preliminares tiene relación directa entre sí. Son historias independientes que bien puede tener continuación exacta, bien podría ser que no. Un ejemplo es que Mad Max Road Warrior se escribió el guión como una historia completamente independiente y diferente de Mad Max, con otro personaje y otro universo distinto. Ya en pre-producción se les ocurrió situarlo en el universo Max y les gustó la idea, de ahí la narración introductoria y la similitud del uniforme. Pero el estilo es diferente y el mundo en el que viven también lo es. George Miller hace cambios necesarios para el drama de la película, si tienen relación exacta con las anteriores bien, sino también. No por eso dejan de ser buenas cintas.

Por otro lado, lo único que podría decir que no estoy de acuerdo es en la escena inicial, en la persecución y atrape de los villanos hacia Max. Me hubiera gustado que fuera más larga con contratiempos, algunos muertos y con acción. Lo cazan muy rápido. Pienso esto no sólo para mi deleite personal sino para resaltar la personalidad de Max—el punto conocido en la curva dramática como “presentación del personaje”—. Si bien es cierto que para estas alturas, con tres películas en su haber, Max no necesita presentación, también es cierto que la última cinta Mad Max Thunderdome fue realizada en 1985, hace 30 años. Las nuevas generaciones no han visto las cintas porque no son precisamente las que pasan muy seguido por la televisión, y quizá necesiten más información sobre él para aprender a quererlo como hacemos los que crecimos con las cintas de Mel Gibson.

En conclusión, Mad Max Fury Road es una buena cinta que no me ha decepcionado y más bien me hizo disfrutar cada segundo. Me dejó con ganas de más y ahora que leí que Tom Hardy tiene contrato para tres películas más de Max Mad y que viene el Spin off, como ya mencioné de Furiosa, me dejaron volando de emoción y estoy esperando con ansias la próxima.